Diseño De Jardines Zona Sur

Hola amigos:

En esta ocasión iremos al sur-poniente de la Ciudad, para conocer uno de sus rincones que más cambió en el último siglo, me refiero a los Jardines del Pedregal.

Los orígenes del llamado Pedregal se remontan a inicios de nuestra era, cuando entre los años 100 a.C. y 100 d.C. el volcán Xitle hizo erupción y el flujo de lava cubrió y destruyó un área de 80 kms2, incluyendo a la ciudad prehispánica de Cuicuilco, cambiando para siempre el paisaje y el ecosistema del lugar, que pasó de ser boscoso a un páramo -al principio estéril, pero después lleno de vida-, con diferentes microclimas y una gran diversidad de flora y fauna, aunque agreste e inaccesible para los humanos.

Ya en el Posclásico, los mexicas llamaron a la zona Tetlan, “lugar de piedras”, o Texcallan, “paraje de rocas”; y la población más cercana era el actual San Ángel, conocida entonces como Tenanitla, que significa “junto a la muralla de piedras”, en clara alusión al pedregal. Se dice también que a esa zona, las autoridades mexicas desterraban a los condenados, para que murieran en aquel desolado paraje, casi siempre mordidos por víboras.

Tras la conquista, el lugar siguió siendo considerado inaccesible y se le llamó “Malpaís”, propio de exploradores, curiosos, escondite de delincuentes, bestias y alimañas; e incluso considerado una barrera natural infranqueable durante la guerra con Estados Unidos en 1847, pero no fue así.

Por su particular y único paisaje, llamó la atención de viajeros y exploradores, como Alexander von Humboldt y Andrés Manuel del Río, además de ser inspiración de artistas como Diego Rivera, “Dr. Atl”, Carlos Pellicer y Armando Salas Portugal, quienes lo visitaron y describieron en los siglos XIX y XX.

Sería a mediados del siglo XX, con la planeación de la Ciudad Universitaria en sus terrenos, que el Pedregal cambiaría para siempre.

En 1945 Diego Rivera publicó un documento titulado “Requisitos para la organización del Pedregal”, en el que concebía edificar un gran fraccionamiento en el que “los jardines y las casas sean un santuario contra el mundo moderno, con espacios para la meditación y el cultivo de los valores espirituales”.

Basado en ello, en 1949 Carlos Contreras realizó para el arquitecto Luis Barragán el anteproyecto urbano “Jardines del Pedregal de San Ángel”, en el cual, respetando el fluir de la lava, trazó calles y avenidas basadas en el diseño del paisaje, con asesoría del pintor Dr. Atl, y dando a las calles y avenidas del futuro fraccionamiento nombres como: Lava, Roca, Cantil, Xitle, Cráter, Picacho, Agua, Fuego, Lluvia, Brisa y Nubes; exaltando el paisaje circundante.

Fue entonces que Barragán compró, junto con otros socios, los terrenos aledaños a C.U. para urbanizarlos, comenzando las obras en 1947. Para 1950 se construyó la primera casa, obra del arquitecto Max Cetto y de Barragán, diseñando así un desarrollo urbano en el cual el paisaje rocoso-volcánico coexistiera con construcciones modernistas y funcionales en grandes terrenos. El fraccionamiento fue en su primera época una intervención paisajística y urbanística que sustentó las soluciones paradigmáticas con las que surgió la arquitectura residencial moderna mexicana.

Después participaron más arquitectos, destacando Jaime Ceballos, Félix Candela, Manuel Rosen y Francisco Artigas. Desafortunadamente, a partir de los años 70 y 80, el concepto perdió su esencia original, dando paso a mayor densidad poblacional y de construcciones, con lo cual desaparecieron muchas de sus edificaciones originales.

Desde su fundación, Los Jardines del Pedregal se convirtió en una zona de gran plusvalía y detonó el desarrollo económico a sus alrededores, urbanizándose una zona que por siglos se consideró inhóspita para el ser humano, y así afectando irreversiblemente un gran y diverso ecosistema.

Hoy, el Pedregal es una zona icónica de la Ciudad, pero en peligro ante el descontrolado desarrollo inmobiliario que pone en riesgo tanto el patrimonio ecológico como el artístico y el cultural que posee; estimándose que sólo quedan 60 de las casas originales del fraccionamiento que en su momento fue símbolo del modernismo mexicano; y que bien vale la pena conocer y proteger.

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