El INTA recomienda incluir cultivos invernales como el trigo para asegurar una mayor cobertura del suelo y evitar su degradación.
Cuando los sistemas agrícolas basan su producción anual en cultivos de verano como la soja, el suelo reduce su captación de nutrientes y es más susceptible a la erosión. Por eso, incorporar gramíneas de invierno es una buena opción que mejora la calidad de las tierras para que sean más productivas y sustentables.
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